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No puede haber nada más indignante que los fallos judiciales que en las últimas horas han tratado con guantes de seda a dos agresores de mujeres. Me refiero a los casos de Adriano Pozo y Ronny García, quienes pese a la flagrancia y brutalidad de sus actos contra sus respectivas parejas, podrían irse a su casa a demostrarnos a todos los peruanos que acá la justicia no funciona, que la ciudadanía está desamparada y que la dignidad de las mujeres puede ser pisoteada impunemente.

En el primer caso, el país entero vio a Pozo jalando de los pelos a su entonces pareja Arlette Contreras. Luego el sujeto agredió a los serenos que trataron de controlarlo en la puerta de un hotel. Sin embargo, nada de eso le valió a la Corte Superior de Justicia de Ayacucho, que mandó a su casa al tipo este que se jactaba de tener poder porque su papá es regidor de la Municipalidad de Huamanga. Ahora anda libre y el país entero se encuentra indignado.

También está el caso de la exbailarina Lady Guillén, víctima de un cumbiambero que la agarró a golpes y la desfiguró. Han pasado cuatro años y la víctima sigue con huellas en el rostro por la salvaje pateadura que recibió de manos de quien acaba de ser puesto en libertad al haber recibido solo prisión condicional. Sin duda un pésimo precedente para futuros casos de agresión a mujeres.

Al conocer estos fallos, yo no sé de qué sirven todas esas campañas que hace tanto el Estado como los privados, incluyendo los medios de comunicación, para evitar la violencia contra la mujer y persuadir a las víctimas a que denuncien a quienes las agreden física y psicológicamente, si finalmente unos jueces de por ahí van a tratar a estos salvajes con mano blanda, haciéndonos ver que en nuestro país la justicia muchas veces está de espaldas a los ciudadanos.

Es de esperarse que la Oficina de Control de la Magistratura (Ocma) haga su trabajo e investigue a los jueces que parecen tener como engreídos a personajes como Pozo y García. Ojalá no estén dispuestos a actuar solo cuando las víctimas de agresión terminan muertas. Lástima que cuando se piensa que el Poder Judicial ya no puede caer más bajo, siempre aparezcan algunos magistrados para dar fallos indignantes que manchan más a su institución. 

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