Por dos días los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea están reunidos en Bruselas, Bélgica, para abordar una agenda bastante compleja que tiene una directa relación con el propio modus vivendi en el Viejo Continente.

Sin duda, el asunto que ha concitado una de las mayores preocupaciones para los europeos es la estrategia que deben abordar para enfrentar al terrorismo internacional.

Todos los líderes europeos escucharon con debida atención al secretario general del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), quien hizo una exposición detallada y realista de las políticas de seguridad que deberá implementar con la mayor celeridad la UE.

A juicio de los expertos europeos presentes en la cumbre, la región se ha convertido en un espacio altamente vulnerable y blanco perfecto para la realización de atentados terroristas, como acaba de suceder en Francia, donde una persona murió decapitada y todos los indicios apuntan a que se debe a un ataque yihadista.

La inseguridad cunde el pánico en un continente que estaría en el pasado en gran parte de sus países, acostumbrado a la paz y la tranquilidad, por eso miran con pinzas el acuerdo al que acaban de llegar sobre el reparto de solicitudes de asilo, que vienen principalmente del norte de África y del Medio Oriente.

Pegado a estos temas está el mayor dolor de cabeza económico de la Unión: la situación financiera de Grecia.

Todos hacen los mayores esfuerzos para que no se produzca la salida de Atenas del euro.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha recibido a estas alturas varios paquetes de reformas y ahorro con los acreedores internacionales sobre los que deberá adoptar como estadista una decisión si no quiere que la situación embalse al país.

Cierra la agenda el complejo caso del referéndum del Reino Unido sobre su pertenencia a la Unión, prevista para el 2017.

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