LA CANDIDATURA DEL PERÚ AL CONSEJO DE SEGURIDAD

En nuestra región, como en otras del planeta, los Estados alternan la candidatura de la cuota que corresponde al bloque geográfico en el Consejo de Seguridad (CS) de la ONU como miembros no permanentes que son 10 -los permanentes son 5: EE.UU., China, Rusia, Reino Unido y Francia-. La elección de los miembros no permanentes deviene de reglas consuetudinarias forjadas en la práctica por lo que no existe norma que la regule. La alternancia, entonces, está fundada en la buena fe, la buena vecindad y en la prevalencia de la paz como imperativo para todos los Estados. Desde que fuera creada la ONU (1945) por la Carta de San Francisco -la firmó por el Perú el eminente internacionalista sanmarquino Alberto Ulloa Sotomayor-, el CS es el único órgano con capacidad imperativa para los Estados miembros. No podía ser de otra manera pues el CS tiene por misión principal mantener la paz y la seguridad internacionales y para cumplir este cometido puede emitir recomendaciones y en caso que los Estados pongan en riesgo la seguridad internacional, podrían adoptar desde embargos o sanciones económicas hasta el uso de la fuerza. Su poder, entonces, es estratégico. También recomienda a la Asamblea General el nombramiento del secretario general de la ONU, la admisión de nuevos miembros, así como la elección de los magistrados de la Corte Internacional de Justicia. Con lo anterior, nuestra candidatura recientemente abordada por el presidente Kuczynski al secretario general del foro, Antonio Guterres, para ocupar por dos años consecutivos una de las 10 cuotas, resulta inmejorable y debe ser maximizada. Hemos sido parte del CS en los bienios 1955-1956, 1973-1974, 1984-1985 y 2006-2007. Ahora nos tocará integrarlo en el periodo 2018-2019. Coadyuvemos a la seguridad planetaria, pero también miremos desde los criterios de la defensa, la coyuntura en nuestra región, donde existe un proceso bilateral judicializado (Bolivia-Chile) y se producen giros ideológico económicos en la administración del poder político, pues no todo es del puro derecho.