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Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski llegaron hasta la calurosa Piura, en busca del norte político que los ponga en ruta hacia la Presidencia de la República.

Y resulta sintomático que ambos candidatos hayan decidido polemizar en esta parte del país porque, efectivamente, en algunos pasajes de la segunda vuelta electoral denotaron pérdida de la brújula, desorientación y poco olfato para ir al encuentro del voto decisivo (algunos especialistas aclaran que no por recorrer todos los rincones a la de Dios amanece más temprano).

Empezando por ahí, aparece beneficioso que la exposición de propuestas y programas de gobierno se traslade en vivo y en directo a provincias, en este caso al peleado norte donde -según las encuestas- la postulante de Fuerza Popular registra un mayor número de adhesiones. Hemos asistido, entonces, a la descentralización del discurso.

Ya hablando propiamente del debate, nosotros creemos que los pullazos son inherentes a una contienda electoral; es más, son de utilidad para obligar al contrincante a reabastecerse de argumentos y mostrar su verdadero perfil, pero, como todo en la vida, bueno es culantro pero no tanto. La gente quiere escuchar, por ejemplo, qué pretenden hacer para poner freno a esta ola de crímenes, asaltos, cogoteos, violaciones, secuestros, chantajes, plagios, extorsiones, balaceras, atracos y demás acciones del crimen organizado y la delincuencia común, y lo que vimos y escuchamos anoche fueron amagos de solución -en esta y toda la temática planteada con anticipación-.

La batalla final será en Lima, el domingo 29 de mayo. Para entonces, es de suponer, un buen porcentaje de los indecisos de hoy sabrá a quién entregarle su voto.