Feliz día, Tacna. Soy hijo de Tacna porque por Basadre la conocí profundamente. En los brazos de La Heroica fui abrigado leyendo desde Lima al fecundo historiador de la república. Así sentí el calor de sus entrañas como el de mi propia madre e hice mía por sus páginas gloriosas, su larga lucha por volver al seno de la patria un día como hoy, hace 86 años. El Estado peruano y sus gobiernos desde 1929 tienen con Tacna una deuda pendiente. A través de Tacna nos internarnos en la patria invisible que nos legó Basadre. Tacna, entonces, es el alma nacional, Tacna es nuestro pasado y futuro, y es difícil una mirada prospectiva del país sin ella. Nuestra reconstrucción nacional, a fines del siglo XIX, se hizo sintiendo el flagelo, pero también la esperanza de su gente. En mi imaginario, desde niño la admiré por su tenaz resistencia y mística indoblegable frente a la ocupación chilena, y ya adulto, al advertir los justos reclamos de Tacna, que no contaba con las 200 millas marinas por la arbitrariedad chilena que nos impedía pescar, viajé por todo el país pregonando sus derechos. Basta de subirse a un avión cada año por estas fechas y llegar a Tacna queriendo embriagarla con retóricas de coyuntura. Hay que decidir políticas de Estado para Tacna que es la puerta de ingreso al Perú. Tacna debe ser la frontera viva que no es. Después del fallo, ¿qué se ha hecho por sus pescadores? Démosle utilidad al ferrocarril y al malecón de atraque en Arica -hoy abandonados- que Chile construyó para el Perú por el Tratado de 1929; y, sobre todo, no seamos confiados que nuestro triángulo terrestre volverá a ser pretendido por Chile.