Con la versión oficialista de que el gobierno de Ollanta Humala nada tiene que ver con la fuga de Martín Belaunde Lossio y que más bien lamenta esta acción, al tiempo que anuncia el envío a La Paz de una comisión para facilitar su ubicación y captura, queda claro que el humalismo les quiere ver la cara de tontos a los peruanos que creyeron que Palacio de Gobierno tenía realmente la intención de lograr la extradición de este personaje, pedido por el caso “La Centralita”.

Pero hagamos un poco de historia. Tenemos a un jefe de Estado que sacó cara públicamente por su amigo una vez que se dictó orden de captura en su contra mientras su expareja seguía trabajando en Palacio de Gobierno. Más tarde vimos las idas y venidas en el proceso de traer de vuelta al personaje. Bolivia afirmaba que podía expulsarlo, pero nuestro país insistía en la extradición. Al final ni la una ni la otra, pues ayer el amigo presidencial se fugó.

Los peruanos tenemos derecho a creer que esta segunda evasión de Belaunde Lossio no es una acción llevada a cabo única y exclusivamente por dicho personaje. Por eso, mal hacen algunos pintorescos voceros del humalismo en señalar que hay “esquizofrénicos” que sostienen que el Gobierno está detrás de la imposibilidad de traer al personaje para que responda ante la justicia por sus actividades en la región Áncash, donde el Partido Nacionalista le dio responsabilidades proselitistas.

Además, tengamos en cuenta que estamos, lamentablemente, ante un gobierno de poca credibilidad. Recordemos que con la misma “seriedad” con que hoy lamenta la fuga de Belaunde Lossio, afirmaba hace poco que los videos, expedientes y rastreos elaborados ilegalmente por la DINI eran resultado de labores de empresas privadas. Hoy está totalmente comprobado que fueron los amigos del presidente Humala destacados a dicha institución quienes realizaron estas acciones al margen de la ley.

El Perú merece una explicación convincente sobre lo sucedido ayer en La Paz con Belaunde Lossio. Dos ministros ayer han dado la cara, pero es poco lo que han dicho. A estas alturas es casi imposible pensar que Palacio de Gobierno nada tiene que ver con todo esto. Eso quizá lo crean los voceros Teófilo Gamarra o Josué Gutiérrez, pero no quienes siguen con detenimiento las actitudes del humalismo, que irónicamente llegó al poder bajo las bandera de la honestidad.