La importancia de los asesores políticos está sobre el tapete en la campaña electoral tras conocerse un spot de Luis Favre, el superconsejero del candidato César Acuña, en el que hace un paralelo entre este y Martin Luther King -ni más ni menos- tratando de lavarle la cara frente a los evidentes casos de plagio.

Joseph Napolitan, uno de los padres del marketing político, decía en Cómo ganar las elecciones que el equipo de campaña debe entender que el consultor “es un recurso a ser utilizado y no una amenaza a sus aspiraciones”.

Tras las reacciones de las redes sociales, un ingente espacio de interacción muy preciado en la coyuntura, Acuña y compañía tendrían que poner las barbas en remojo, pues no parece una estrategia adecuada de Favre, menos si el modelo del spot fue copiado de un comercial de un diario brasileño. Es decir, copia sobre copia y nada de originalidad. Alguien ya podría empezar a preguntarse: ¿y para eso le pagan tanto?

Se ha dado el caso, incluso, de que un candidato perdió la elección por los desaciertos de sus asesores, soslayando la premisa del mismo Napolitan de que “la estrategia es para ganar”. Entonces, en tal escenario, el asesor, consultor, consejero, o como se le llame, no es un buen negocio.

Por lo demás, el video de marras denota desesperación en las huestes de Alianza Para el Progreso por salir del hoyo en que han caído luego de descubrirse el plagio de César Acuña en su tesis de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid y, ahora último, la apropiación de un libro completo de un catedrático. ¿Lo lograrán? En esta viña del Señor llamada Perú, todo es posible.