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Desde los rincones de toda Venezuela, la gente se ha armado de valor para llegar por todos los medios hasta la capital, Caracas, y exigir del Consejo Nacional Electoral la realización del referéndum revocatorio del mandato del presidente Nicolás Maduro, que se ha apertrechado en el poder. La movilización nacional organizada por la oposición venezolana, pero que en su mayoría es resultado de iniciativas populares voluntarias, refleja el deseo de la inmensa mayoría de los habitantes por ver cambios en el país. La gente invadirá las calles céntricas de Caracas porque está harta de una crisis a todo nivel e insostenible. Hay que querer para lograr los objetivos, y los venezolanos saben muy bien que si no están organizados, será muy difícil que puedan alcanzar el referido proceso revocatorio. Maduro reaccionará porque jamás va a entregar el poder por las buenas, como es el clamor nacional. Para ello sus gendarmes son expertos en sembrar responsabilidades en los inocentes, como sucedió con Leopoldo López y otros más en febrero de 2014; además, recurrirá a una contracorriente de manifestaciones, esta vez de adhesión al régimen, para transmitir la idea de que todo ha sido montado por la ultraderecha. De esa manera, Maduro le dirá a la oposición que todo lo que suceda durante la movilización será de su exclusiva responsabilidad. Miedo tras miedo es el recurso de Maduro para desalentar las manifestaciones sociales en marcha. Probablemente surgirá la violencia que no queremos, pero será parte de los bajos recursos a los que recurrirá el autócrata para imputar a quienes pacíficamente exigirán la realización de la referida revocatoria. Habrá que estar atentos a lo que sucede en pocas horas en Venezuela y, junto a lo que sus ciudadanos harán por su lado, corresponderá a la comunidad regional o internacional una reacción a la medida.