Cualquier intento de la izquierda peruana -esa que ahora llaman “nueva izquierda”- de levantar cabeza y de presentarse como una opción democrática en el 2016 se irá de cara contra el piso si es que no comienza por hacer un claro deslinde de la dictadura chavista de Venezuela y de paso de la que desde 1959 rige en Cuba, pues eso de salir a hablar bonito de la defensa de las libertades, los derechos y la honestidad difiere mucho de aquello que se vive en los mencionados países.

Una cosa es ser de izquierda y otra muy distinta es quedarse mudos con los excesos de Maduro y los hermanos Castro. Es imposible entender que haya políticos peruanos que se quieran vender como los abanderados de la “justicia social” y la igualdad, cuando no son capaces de marcar distancia de gobiernos tiranos que son la vergüenza de la región y que deberían ser condenados por toda persona que sea parte del juego de democrático de cualquier país.

Es por eso que la primera pregunta que se le debería hacer a todos esos personajes que están apareciendo como la “verdadera” opción de la “nueva izquierda” es si marcan o no distancia del chavismo y el castrismo, o qué opinan del encierro del opositor venezolano Leopoldo López y de la situación de los disidentes cubanos, muchos de los cuales viven en la isla bajo constante hostilización del Estado manejado por los hermanos Castro, quienes no sueltan el poder desde hace 56 años.

Y es que a esta gente nunca se le podrá creer su “vocación democrática” si le pone velas a Maduro y a los Castro, y no son capaces de una crítica. Tampoco se podrá creer que son “defensores de los derechos humanos” si ven al asesino Ernesto “Che” Guevara, el campeón de los fusilamientos en los primeros tiempos del castrismo en Cuba, como un ser comparable con… ¡Jesucristo! Si les gusta alabar a criminales, ¿por qué mejor no se compran un póster gigante de Santiago Martín Rivas?

La política seria exige coherencia, y mal harían los “nuevos” rostros de la izquierda si siguen anclados al chavismo y a la dictadura cubana, esa que quizá pudo seducir a sus padres o antecesores en la militancia que hoy bordean los 70 y 80 años, pero que no debería tener seguidores en las nuevas generaciones que conocen los excesos de ese tipo de gobiernos nada democráticos que dicen buscar la “justicia social”. La campaña recién empieza y el deslinde del autoritarismo debería venir ya.