Los atropellos al sistema democrático y el autoritarismo del presidente venezolano Nicolás Maduro son condenados por la inmensa mayoría de peruanos. Sin embargo, connotados representantes de la izquierda peruana siguen en silencio o directamente apoyan los actos del “chavismo”. Cierran los ojos, se quedan mudos y esquivan la realidad. Con sus medios tonos y con mucha diplomacia, algunos congresistas de la bancada del Frente Amplio se niegan a rechazar con énfasis y contundencia la reciente elección de una Asamblea Constituyente en Venezuela, proceso plagado de irregularidades.

El que se ha manifestado a favor del gobierno de Maduro es el congresista Manuel Dammert, cercano a la lideresa de Nuevo Perú, Verónika Mendoza. “La Asamblea Constituyente es una jornada en la epopeya democrática de un pueblo por su libertad, la soberanía y la paz”. Lo dice pese a que es evidente el autoritarismo y la represión contra los venezolanos de parte de un régimen que lo único que hace es hundirse día a día. El mensaje de Dammert lo único que produce es originarle a su grupo político más problemas de los que ya tiene. Con un poco más de objetividad no perdería nada; por el contrario, ganaría carisma.

Defender a un gobierno que tiene como tarea fundamental la versión “chavista” de la eternidad es un despropósito. No se puede respaldar a un presidente que muestra poca comprensión con otras opiniones, y menos con las que cuestionan su labor; y que no entiende que debe haber libertad para el que piensa diferente.