GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Ayer, en una entrevista con Fernando Carvallo, de RPP, el expresidente chileno Sebastián Piñera ha señalado que para salir de la pobreza países como el Perú requieren de perseverancia y al menos 30 años de crecimiento económico ininterrumpido, por lo que debe cuidarse mucho del “síndrome” de perder el ritmo y el rumbo en medio de este largo viaje que al menos los peruanos iniciamos junto con el nuevo milenio.

Recuerdo que hace exactamente dos años, en un desayuno organizado por la Cámara de Comercio de Lima con un grupo de directores de medios de comunicación, el exmandatario sureño nos decía que notaba mucho pesimismo en el Perú por la gestión del entonces presidente Ollanta Humala y que percibía que la mayoría de empresarios y agentes económicos esperaba a que llegue el 2016 para tener optimismo y recobrar el entusiasmo por el futuro del Perú.

Hoy, nuevamente en nuestro país, el político y empresario Piñera -quien es un gran conocedor de la realidad política, económica, social y hasta geográfica del Perú, aunque patina feo con el tema del “triángulo terrestre”- afirma que ve otra vez en los agentes económicos el antes esquivo entusiasmo y el optimismo, pues considera que con Pedro Pablo Kuczynski en Palacio de Gobierno nuestro país lo tiene todo para retomar la senda del crecimiento y de reducción de la pobreza.

Bueno pues, ahí está el nuevo titular de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, para comenzar a marcar la diferencia con el régimen anterior, que nos dejó unas frías cifras de PBI y un déficit mayor al esperado. Tiene la gran oportunidad de trabajar por el crecimiento de la economía, por lo que ojalá no le sobre el tiempo para andar otra vez soltando trascendidos y rumores que quizá estén bien para los inimputables de la política, pero no para el ministro de un gobierno serio.

El 28 de julio último, el presidente Kuczynski ha trazado metas ambiciosas, especialmente en educación, salud y seguridad, que jamás podrán ser realizadas con una economía como la que nos dejó Humala. Urge un golpe de timón para destrabar proyectos de inversión y dar confianza y llegar al Bicentenario con un país donde la curva hacia arriba sea irreversible, y sea muy remota la posibilidad de la aparición de esos “reformistas” y “revolucionarios” de por ahí.