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Una foto de Nadine Heredia en el aeropuerto Jorge Chávez ha desencadenado uno de los mayores escándalos de los últimos tiempos en nuestro país. La imagen graficaba la salida del país de la ex primera dama, algo que es inoportuno en estos momentos en el que está siendo investigada por un presunto caso de lavado de activos, debido a los aportes al Partido Nacionalista en los años 2006 y 2011.

Si bien es cierto que la salida de Nadine Heredia se debió a su designación como directora de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Ginebra, Suiza, la sensación es que quiere eludir a la justicia en nuestro país, ya que actualmente se encuentra con comparecencia restringida. El filósofo griego Platón decía: “Somos lo que hacemos y no lo que decimos”. Es evidente que lo que hizo la esposa del expresidente Ollanta Humala es cuestionable, más que legalmente, políticamente.

“Esta acción es un obstáculo para que la investigación continúe”, dijo la presidenta del Congreso de la República, Luz Salgado, en un claro afán de ponerse a la altura de la mayoría del país, que califica este acto como una huida. Hasta la Cancillería del Perú expresó su protesta ante el nombramiento de Nadine Heredia en la FAO.

El problema es que este caso va a copar la escena política nacional en los próximos días. La política, que antes dedicaba su tiempo a elaborar proyectos y planes para que la sociedad sea mejor y los ciudadanos tengan mayores servicios y beneficios, ahora parece que desvía ese camino por otros asuntos.

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