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En 2006 se decide aplicar en el Perú una Evaluación Censal de Estudiantes (ECE) a 2° de primaria en Comunicación (C) y Matemática (M). Censal porque considera a la totalidad de niños de dicho grado y no solo una muestra representativa. Desde 2007 hasta la actualidad se ha mantenido, y en 2015 se extendió a 2° de secundaria.

La finalidad de tomar la prueba a todos fue, entre otros, para poder devolver los resultados a Regiones, UGEL, instituciones educativas y a cada alumno para que conocieran los niveles de logro y tomaran decisiones de mejoramiento, lo cual funcionó bien durante varios años.

El Ministerio, desde hace algunos años, ha generado un kit de evaluación con el propósito de “monitorear durante el año los avances de los aprendizajes de los alumnos”. Lo cual, en muchos casos, con la intención de prestigiar sus regiones y planteles con mejores niveles de logro, habría devenido en una preeminencia de la C y la M, desarrollándose “pruebas de preparación (entrenamiento) durante el año y con énfasis en los meses previos a los exámenes”. Esto se ha acrecentado últimamente en un sector de colegios públicos para tener buenos resultados con el fin de hacerse merecedores al bono económico que da el Sector; y en varios planteles privados por razones de mercado.

Dada esta situación, que estaría generando que otros aprendizajes formativos pasen a segundo plano y una distorsión de dichas evaluaciones, sería bueno analizar, debatir y evaluar -con criterio técnico-pedagógico y no político- la conveniencia de no seguir con las ECE. Y más bien desarrollar pruebas muestrales que incluyan a todas las regiones, más grados y áreas curriculares, así como dejar sin efecto el bono económico.