La combinación del Fenómeno El Niño y las elecciones no es buena, sin duda, para la economía peruana. No solo estamos utilizando millones de soles de nuestras arcas para ejecutar trabajos de prevención, sino que la alerta de una campaña política siempre hace parar la oreja -y su dinero- a los inversionistas.

Pero, El Niño no solo ha generado el derroche de dinero público, sino que ha causado pánico en las instituciones públicas y en algunas privadas instaladas en esta parte del país. Los primeros temen que las lluvias afecten poblados no protegidos, mientras los segundos están cautelosos -más de lo normal- a la hora de inyectar dinero. 

Pero, El Niño no solo ha generado el derroche de dinero público, sino que ha causado pánico en las instituciones públicas y en algunas privadas instaladas en esta parte del país. Los primeros temen que las lluvias afecten poblados no protegidos, mientras los segundos están cautelosos -más de lo normal- a la hora de inyectar dinero.

El estado de emergencia ha causado que las entidades públicas ajusten su presupuesto enfocándose en las labores de prevención. Si por un lado las constructoras salieron favorecidas con las adjudicaciones directas en obras, por el otro, varias empresas de servicios sienten circuncidados sus ingresos a comparación de años anteriores.

Está bien que el sector público se preocupe por las labores de prevención por El Niño, pero hay otros sectores que urgen de atención para generar desarrollo. El fenómeno natural no debe paralizar el gasto público.

Por su parte, siempre las elecciones generales y sus campañas captan la atención no solo de los ciudadanos sino, también, del empresariado. Si bien no tenemos candidatos con prédicas desestabilizadoras, como en las dos últimas campañas a cargo de Ollanta Humala, igual la presencia de candidatos con poco bagaje político puede crear una sensación de incertidumbre.

Si tomamos como referencia al pelotón de los candidatos de arriba, Keiko, PPK, Acuña, Alan y Toledo, el sector privado puede respirar tranquilo. Pero, a falta de cinco meses para las elecciones presidencial y congresal, cualquier cosa puede pasar con la intención de voto de los peruanos.

Espero que en abril próximo el Perú haya saltado con garrocha tanto a El Niño como a los sufragios generales, para que el barco continúe su curso y volvamos al cauce correcto del crecimiento económico. Nuestro país no aguantaría más desgracias, ni naturales ni políticas.