Cuando todos bajaron la guardia porque El Niño no daba sus primeros pasos, apareció la noche del martes y madrugada del último miércoles el ruido de la primera lluvia de considerables proporciones. Trujillo, al igual que Tumbes y Chimbote, soportó una fuerte precipitación pluvial, mientras Lambayeque y Piura se habían adelantado días atrás. De yapa, llegó el zika. Esto cambia de humor a cualquiera, peor en elecciones.

La molestia de los pobladores por la falta de prevención ante las fuertes lluvias se centra en la ciudad. Mientras las autoridades regionales y nacionales se preocuparon por mantener limpios los cauces en ríos y quebradas, en la ciudad, los alcaldes ni tienen listas las motobombas para drenar las aguas malolientes.

Cómo seremos de improvisados que en Trujillo, por ejemplo, se vio a un grupo de obreros municipales sacando el agua de la lluvia en una avenida con un recogedor de basura. ¿Se imaginan cuánto pueden demorar los trabajadores si el tramo era de unos 20 metros de largo por 10 de ancho? ¡Qué abuso!

Quienes utilizamos el transporte privado y público hemos podido constatar que las vías de la ciudad no pueden soportar ni ligeras lluvias. Otra vez en Trujillo colapsó el sistema de alcantarillado y un auto con una familia a bordo fue tragado por un forado en la pista de desproporcionadas dimensiones. ¡Y fue la primera caída de agua de seis horas!

Los expertos coinciden en que es el comienzo de una serie de lluvias, por lo que debemos estar preparados para soportar aún más. Es tarde para la reacción, así que solo nos quedan dos opciones: o se equivocan los peritos de climatología o comenzamos a ver qué tenemos en el techo para dejar despejada el área. ¿Y el zika? Pues, nada. A protegernos por todos lados.