Será positivo para el país que el Congreso, a través de una comisión especial, investigue muy al detalle y sin apasionamientos propios de la campaña electoral ese caso que en Brasil ha recibido el nombre de Lava Jato, y que en Perú parece tener serias implicancias en los últimos gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, y en las administraciones municipales de Luis Castañeda y Susana Villarán, que suscribieron contratos con constructoras del vecino país.

Tengamos en cuenta que la investigación que durará 120 días, según lo aprobado ayer, debería terminar en plena campaña electoral luego de haber analizado la gestión de quienes en ese momento -junto con sus agrupaciones políticas- estarán tratando de apelar a la honestidad de las administraciones a sus cargos para ganar el voto, por lo que el resultado del grupo de trabajo a formarse podría jugar un rol determinante en los comicios del próximo año.

Ahí está el gobierno de Toledo con el asunto de la Interoceánica, García con los nombres de algunos funcionarios de su gestión que han aparecido en documentos incautados por la justicia brasileña y Humala con las denuncias de maletines con 400 mil dólares y la “amiga elegida” Rocío Calderón señalada por sus nexos con funcionarios de las empresas cuestionadas. Ahí tenemos a dos candidatos que en plena campaña podrían ser señalados por lo que se hizo en sus gestiones.

A Humala podría afectarlo en su intento por tener al menos una bancada sólida que le permita enfrentar el cargamontón que se le vendrá una vez que deje el poder y trate de evitar el ser enviado al Ministerio Público por los escándalos que ha afrontado. También podrían pasarla mal Solidaridad Nacional y la izquierda, esa que se vende como la reserva moral de la política, si es que hay cosas turbias en la gestión de Villarán, quien ojalá, si sucede, no salga con que la acusan porque es mujer.

El país necesita una investigación de verdad seria sobre este caso que podría dejar mal parado a más de uno, a juzgar por lo que va viendo en Brasil. El tema Lava Jato en el Perú podría ser la última oportunidad de este Congreso para lavarse para cara, o para confirmar que como es hasta ahora, poco o nada ha aportado al país, salvo todos los escándalos y papelones que hemos visto desde que asumió funciones en julio del 2011.