FRANCESCO PETROZZI

¿Acaso era necesaria una ley que denomine “Universidad Nacional de Música” al Conservatorio? Muchos se pueden estar haciendo esta pregunta ahora mismo. Y es que se trata de algo que va mucho más allá de una ley en sí misma: es un proceso reivindicador para con todos los músicos del Perú.

Permítanme hacer una breve recapitulación acerca de la historia del Conservatorio Nacional de Música, la misma que se remonta hasta mediados del siglo XIX, cuando el héroe y autor del Himno Nacional del Perú, José Bernardo Alcedo, presentó ante el Congreso de la República el primer proyecto de Conservatorio Nacional para el Perú. Este intento no se concretó, principalmente, por razones políticas y no fue sino hasta el año 1908 que el presidente Don José Pardo aprobó los mecanismos y el presupuesto necesario para la puesta en marcha de una Academia Pública gratuita para la enseñanza de la música.

Hoy, en pleno siglo XXI, la trascendencia de una propuesta de tal envergadura histórica, de pronto no es algo que veamos traducido en resultados tangibles de manera tan inmediata, pero sí veremos sus frutos en la medida de que esta institución educativa, que ya ha hecho grandes esfuerzos, los siga haciendo para adecuarse a los procesos que comprenden el hecho de convertirse en una universidad en todo el sentido de la palabra y, con ello, seguir conservando y transmitiendo el acervo musical de generación en generación.

Los alumnos, los profesores, la comunidad educativa y la ciudadanía en general esperan, qué duda cabe, que este inexorable proceso devenga en la mejora de la calidad educativa en beneficio de la formación de cientos de miles de talentos nacionales que ahora podrán ejercer su arte con una dignidad que les ha sido negada durante años, quienes ven en el entrenamiento musical no solo un bello pasatiempo, sino una profesión cabal a la cual esperan dedicarse a tiempo completo.

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