Lima fue el centro del poder español durante el virreinato. Solo compartió los mismos privilegios la ciudad de México. Fundada por Francisco Pizarro un día como hoy hace 481 años, Lima, con su primer alcalde Nicolás de Ribera “El Viejo”, cobró vida e importancia, y fue pensada como asiento del poder europeo en el Nuevo Mundo. Los que venían a esta ciudad querían realizarse sin que les faltaran las comodidades que dejaban en el Viejo Continente. La estrategia de la monarquía, entonces, debía conceder un estándar de realización social a quienes decidían cruzar el Atlántico. El Virreinato del Perú era todopoderoso y en su seno la Real Audiencia (1543) también era presidida por el virrey. La Real y Pontificia Universidad de San Marcos de Lima, fundada el 12 de mayo de 1551, la más antigua de América, inició su vida académica con el mismo estatus y rigor que tenía la Universidad de Salamanca en España. Si alguien en la región quería ganar posición y gloria intelectual, debía pasar por sus claustros. El determinismo de la economía en el virreinato comenzaba y terminaba en Lima. Toda la América hispana sabía de su existencia y sus habitantes querían venir a conocerla. Era la Ciudad Jardín, en cuyas calles sus frontis yacían adornados con hermosos balcones. Se trataba del paraíso de esos tiempos, y nadie se perdía el disfrute de pasear por su afamado Jirón de la Unión, donde las tapadas cobraron gran revuelo. El Convictorio de San Carlos formó a su casta intelectual contestataria del siglo y con este germinó la Sociedad Amantes del País (1790) que produjo El Mercurio Peruano (1791-1794), el primer periódico limeño. Sus tradiciones, conocidas por Palma, la hicieron ciudad con alma, forjadora del futuro criollismo republicano. En su origen y esplendor tuvo el sello de la Tres Veces Coronada Ciudad de los Reyes. ¡Feliz día, Lima!