La reciente desaparición de tres distinguidos personajes ha enlutado particularmente a la Marina de Guerra del Perú, específicamente a su patrimonio cultural.

El fallecimiento del contralmirante Fernando Casaretto Alvarado, exdirector del Museo Naval del Perú y autor de una decena de libros relacionados al devenir institucional, tales como los referidos a la Escuela Naval del Perú, a la Dirección de Hidrografía y Navegación, a los Servicios Industriales de la Marina, a la Comandancia General de Operaciones del Pacífico, entre otros. Su Historia Gráfica de Miguel Grau es la que más trascendió. Del mismo modo su obra de teatro Los Peruanos de Angamos.

El artista Fernando Saldías Díaz, descendiente de una reconocida familia naval (su abuelo fue el capitán de navío Eulogio Saldías Peña, su tío el vicealmirante Roque Saldías Maninat y su padre el capitán de fragata Antonio Díaz Maninat), y autor de varias pinturas emblemáticas del Gran Almirante Miguel Grau Seminario, los Cuatro Ases de la Marina, los combates de Angamos e Iquique; que adornan algunas salas tanto de Palacio de Gobierno, del Centro Naval del Perú, así como el lugar más simbólico de la Armada: la Cripta de la Escuela Naval del Perú, donde reposan objetos y la astilla del “Peruano del Milenio”. Su museo de arte es de una gran elaboración y guarda una colección que cautiva por lo bien trabajado a lo largo de muchos años.

La última en mención es doña Enriqueta Leguía Salcedo, quien con una fortaleza ejemplar, una convicción a prueba de las más duras circunstancias, y una férrea constancia, luchó por difundir la memoria de su padre y su legado al país; dentro del cual destaca la modernización de la Marina de Guerra del Perú. Sus diferentes publicaciones dan prueba de su abnegación filial.