Sería bueno que ahora que se va confirmando todo lo que ya en cierta forma se sabía sobre Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, aquellos que fueron sus escuderos incondicionales, y que por momentos parecían no tener sangre en la cara para defender a tan cuestionados personajes, pidan disculpas al país por haberle dado soporte político a quienes hoy se han convertido en habituales asistentes al Ministerio Público y quizá más tarde al Poder Judicial.

Recordemos a los voceros nacionalistas, a los congresistas, a sus ministros y a todos aquellos que hoy por poco salen a decir que no conocen ni a Ollanta ni a Nadine. El caso más patético es el de Daniel Abugattás, quien habla pestes de sus antiguos patrones, incluso refiriéndose a algunos hechos sucedidos al inicio del gobierno del que fue parte, quizá tratando de hacernos olvidar que hace un año nomás, intentó ser candidato al Congreso por el nacionalismo al que hoy tanto critica.

Y que no vengan ahora Abugattás, Ana Jara o los eternos escuderos humalistas Josué “El Ruso” Gutiérrez o Téofilo Gamarra -a ninguno de los cuales se les ve hoy defendiendo a Humala ante las graves acusaciones que se le hacen-, a decir que recién se enteran de los “aportes ideológicos” que recibían sus jefes, o que es primera noticia que su idolatrado líder era a inicios de los años 90 el temido “Capitán Carlos” de la base de Madre Mía.

Lo más alucinante es que algunos de los escuderos de Humala incluso salen hoy en televisión y aparecen en redes sociales criticando, aunque usted no lo crea, la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela, pese a que hasta hace pocos meses eran el soporte político del régimen humalista que trató con guantes de seda al chavismo pese al autoritarismo, al pisoteo de libertades, a la corrupción y al hambre que impera en ese hermano país. ¿O ya no se acuerdan?

Quizá sería bueno que los antiguos defensores de Humala recuerden que ante los justificados cuestionamientos que se hacían a sus jefes por asuntos que hoy se van confirmando con el paso de los días, nos salían a hablar de “campañas” y de “sicosociales” para desestabilizar el régimen. Nunca es tarde para hacer un mea culpa y pedir perdón a los peruanos por haber sido el blindaje de quienes tienen muchísimo que aclarar ante la justicia, especialmente por el caso Madre Mía.