En la previa a la campaña electoral, el lado oscuro de la política también calienta sus motores: se trata del narcotráfico, cuyos millones de soles siempre son bien recibidos por algunos candidatos a algún cargo público.

En esta oportunidad, en el norte del país, que sirve como corredor de los envíos de cocaína mediante sus puertos marítimos, los clanes del narcotráfico también apuntan a solventar campañas ostentosas de aspirantes y curtidos políticos.

Sin embargo, no siempre es el narcotráfico el que escoge a su infiltrado, sino que en varios de los casos son los mismos políticos quienes buscan un acercamiento con grupos mafiosos y toda la logística que manejan.

En una reciente visita de labores a Trujillo, la procuradora nacional antidrogas Sonia Medina advierte que, lamentablemente, el narcotráfico siempre necesita del poder político para abrir algunas puertas. Y no le falta razón.

En algunas oportunidades, una vez en el poder, los políticos se convierten en poderosos lobistas pagando las facturas de la campaña. ¿Y los filtros? Para los partidos políticos, estos son endebles porque el poder del dinero penetra por donde quiera.

Entonces, solo queda en la autoridad fiscalizadora, como el Ministerio Público, la Policía y la Procuraduría Antidrogas, la ardua tarea de detectar en la próxima campaña a esos candidatos que sin medio pelo en el bolsillo muestran ostentosos anuncios. ¿De dónde? De donde caiga.

Mientras la reforma electoral sigue esperando para frenar el paso a los políticos mafiosos, los clanes del narcotráfico avanzan en su inversión en la política para salvaguardar su negocio ilícito. ¿Quién para la narcocampaña? Por ahora nadie.