Como para despejarnos un poco del término corrupción, que es tendencia en nuestro país desde los últimos meses -o décadas-, preocupa la situación de los peruanos en los Estados Unidos en cuanto a la nueva política del presidente Donald Trump.

Según una información del canciller Ricardo Luna, hasta noviembre del año pasado 1’137,340 peruanos permanecían en los Estados Unidos, de los cuales 356,512 se encuentran en situación irregular (más o menos un 30%).

Aunque por ahora no se siente la deportación de los compatriotas, este gobierno debe hacer algo para evaluar de qué manera recibirá a este contingente de peruanos, que en su mayoría es mano de obra que emigró en busca de mejores ingresos económicos.

El mandatario Pedro Pablo Kuczynski se reunirá mañana con su par Trump por un espacio de 45 minutos. Sin embargo, en la agenda no aparece la política migratoria, sino temas vinculados con el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas, la cooperación antidrogas y los programas de asistencia binacional.

Tampoco es que pequemos de ingenuos creyendo que PPK va a abogar por los inmigrantes peruanos, peor aún sin documentación en regla. No obstante, algún plan gubernamental tendrá que analizar ese hueso porque dudo que Trump deseche su principal promesa de campaña.

La problemática no se queda allí. Aún siendo informales, los más de 350 mil peruanos en tierras foráneas envían remesas a sus familiares en nuestro país. Si por cabeza calculamos que manden 100 dólares mensuales, estamos hablando de 35 millones de dólares que no ingresarán al país. Ergo, la ayuda tampoco.

Lo que deben estar padeciendo ahora los peruanos informales es para tomarlo con pinzas. Si Trump endurece las deportaciones y la política de registrar a cualquier transeúnte sospechoso, la crisis de los connacionales puede agravarse.

PD: Claro, todos queremos que al menos haya un deportado. Ese es Alejandro Toledo.