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Las preferencias y la aprobación de los ciudadanos son muy cambiantes. Estas dependen sin duda de las actitudes y acciones de los políticos o tecnócratas (término que debemos tener muy en cuenta en el presente gobierno).

No debería llamarnos la atención, por tanto, que desde las elecciones la aprobación de PPK -según la última encuesta de IPSOS- sea ahora del 56% y la de Keiko Fujimori sea del 36%. Es muy probable que si repitiéramos las elecciones el día de hoy, el margen por el cual ganaría PPK sería mucho más amplio. No debería resultarnos extraño que el 51% de la población opine que Peruanos Por el Kambio debería integrar la Mesa Directiva del Congreso a pesar de tener una limitada participación congresal, y paradójicamente el 46% de la población piense que Fuerza Popular debería integrar la Mesa Directiva a pesar de su mayoría.

Si bien es cierto que el gobierno es elegido una vez cada cinco años, las representaciones son, por decirlo de algún modo, una foto del momento. En el Perú, una representación legítima -en el amplio sentido del término- se logra en la medida en que el Gobierno, ya sea el Ejecutivo o el Legislativo, pueda mantener una buena aprobación de la población. Un buen ejemplo de esto, a pesar de las discrepancias que podamos tener con su gestión, es Castañeda al frente de la alcaldía de Lima, quien logra niveles de aprobación muy altos (en promedio de 65%), principalmente en base a las obras que realiza, las que publicita de manera muy eficiente.

Los políticos y los tecnócratas deberían tener esto en cuenta siempre. Es fundamental mantener los niveles de aprobación del gobierno altos, para así lograr legitimar las decisiones que se toman. No significa que para este fin se tenga que desplegar una serie de medidas populistas. Los peruanos estamos madurando y somos capaces de darnos cuenta de las acciones de los gobernantes y criticarlas. Por ejemplo, el 56% de la población no está de acuerdo con que PPK haya convocado a una marcha o movilización con respecto al tema de La Oroya.

Dependiendo del actuar de los gobernantes, los peruanos terminan siendo muy críticos con sus autoridades. Los niveles de aprobación del presidente Humala son un claro ejemplo. A pesar de un pequeño repunte (que suele darse los días previos al cambio de mando), hablamos de un promedio de aprobación del 15% en el último año. Además, el 90% de la población está de acuerdo con que el Congreso investigue los indicios de corrupción en su gobierno.

PPK y sus ministros comienzan el mandato con una buena aprobación, que esperamos sean capaces de mantener. Solo llama la atención la baja aprobación de Basombrío (32%) en un ministerio tan relevante para este gobierno, posiblemente por ser poco conocido. La aprobación ayudará a la gobernabilidad del país y abrirá la posibilidad de incorporar los cambios que requerimos para echar a andar el país.