Coincido plenamente con lo señalado el martes último en esta misma página por nuestra columnista Ariana Lira, quien a propósito de la brutalidad criminal cometida por un grupo de malos militares en el cuartel ayacuchano de Los Cabitos, a inicios de los años 80, cuestiona que nadie mencione al menos como posible responsable de esos excesos al mandatario de esos momentos, Fernando Belaunde, cuyo partido político tiene cinco representantes en el actual Congreso.

Alberto Fujimori ha sido sentenciado como “autor mediato” por abominables matanzas como las de La Cantuta y Barrios Altos, así como por otros lamentables hechos, pero a Belaunde nadie lo menciona, tal como señala Ariana en su texto. Claro, el arquitecto falleció hace más de 15 años, pero si se trata de denunciar una política de violación de derechos humanos, bien se podría señalar a Acción Popular, pero tampoco nadie lo hace.

Por estos días en que se ha dictado sentencia por la matanza y hasta la existencia de un horno para incinerar cuerpos en el cuartel Los Cabitos, no he visto a ningún personaje señalando a “Vitocho” García Belaunde, a Yonhy Lescano o a Edmundo del Águila por ser los supuestos herederos de un régimen genocida, violador de derechos humanos o cosas similares que se dicen de los fujimoristas, algunos de los cuales incluso en los años 90 no terminaban ni la secundaria.

¿Por qué a unos se les señala y a otros no? ¿Por qué para algunos el régimen fujimorista sí fue violador de derechos humanos y genocida por La Cantuta y Barrios Altos, y el de Belaunde no a pesar de Putis, Pucayacu y Los Cabitos con su horno incinerador y los miles de muertos y desaparecidos? ¿Por qué no hay al menos un ministro del belaundismo procesado como “autor mediato”? ¿Por qué nadie le pone la cruz al partido de la lampa? ¿Doble rasero?

Acá no se trata de defender ni victimizar al fujimorismo. Para nada. De lo que se trata es de -como afirma Ariana en su columna del martes- manifestar extrañeza por ese doble estándar que existe en el Perú para medir a los responsables por violaciones a los derechos humanos, cuando en la defensa de la vida y la justicia no deberían existir los “amigos” y los “enemigos”, sobre todo si hay evidencias que demuestran los salvajes excesos cometidos en el terreno por malos militares.