Mientras Venezuela se empobrece, se convierte en un país errático y se sube a una gran ola de violencia, los países vecinos tratan de mezclar el verbo, los mensajes y comunicados con un poco de pragmatismo para que no continúe este camino al abismo de la hermana república.

El presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski ha manifestado su rechazo y condena a los últimos sucesos en la Asamblea Nacional de Venezuela, en la que vándalos “chavistas” atacaron su sede y agredieron a ocho diputados. En tanto, nuestro gobierno también condenó estos actos e hizo un llamado a las autoridades venezolanas para que velen por la seguridad de sus ciudadanos y garanticen que los poderes del Estado cumplan sus labores de manera independiente a fin de recuperar la gobernabilidad democrática.

Muchos piden más acción y menos lírica de los gobiernos latinoamericanos para promover cambios en Venezuela, que permitan fortalecer la democracia y afianzar un desarrollo económico que devuelva a este país al lugar de privilegio donde antes estuvo. El objetivo debe ser terminar este tiempo en que la división pone al borde del infierno a esta gran nación, rica en recursos naturales.

Pero no solo en el Parlamento venezolano hubo problemas. También ocurrió en nuestro Congreso, donde hace dos días acudieron simpatizantes “chavistas” y colocaron grandes fotos de Simón Bolívar, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, lo que generó un impasse con personal de seguridad del Legislativo. El caldo de cultivo para los enfrentamientos en cadena debe terminar.