El concepto que da título a esta columna es muy conocido en el ámbito minero. Significa la automatización y el uso permanente e intensivo de la robótica y la tecnología de punta en los procesos de exploración, perforación, voladura, carga, acarreo, trituración y transporte del mineral. Para esto se recurre a la fotointerpretación de imágenes satelitales, al uso de sensores, a las teleoperaciones, y al monitoreo de procesos productivos en tiempo real, entre otras acciones.

Sin embargo, en los últimos días el presidente Ollanta Humala y algunos voceros de su gobierno están dándole otro significado a lo que realmente significa “minería inteligente”, pues vienen atribuyendo directamente a empresas del sector minero el ilegal encargo de hacer reglajes, seguimientos y acopio de información -por medio de sistemas privados de inteligencia- a personajes políticos que coincidentemente son opositores o críticos de su administración.

Esto es grave, pues el jefe de Estado viene señalando que las empresas mineras están encargando a compañías de seguridad reglajes, seguimientos y la elaboración de expedientes contra ciudadanos como Jorge del Castillo, Jorge Paredes Terry, Cecilia Tait o Natalie Condori. En su afán por limpiar de responsabilidad a la Dirección Nacional de Inteligencia (Dini) ante los ojos del país, el humalismo tira barro contra otros. ¿Dirán que el supuesto “chuponeo” a Alan García también tiene ese origen?

Sería bueno saber qué dice al respecto la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), pues la acusación del jefe de Estado y de sus defensores va contra sus agremiados, a los que sindican de pagarle a gente para que, con cámaras de video, vehículos y acceso a información privada y familiar de determinadas personas, encuentre antecedentes negativos y elabore legajos que más tarde buscaría repartir a la prensa que se preste a sus campañas públicas de descrédito.

Antes de tratar de limpiar a la Dini y a su gente embarrando y atribuyendo acciones ilegales a otros, en este caso a empresas mineras, el presidente Humala debería mantener una postura imparcial, al menos hasta que haya algún avance en las investigaciones a cargo de la Comisión de Inteligencia del Congreso, que ojalá se atreva a decirle al país la verdad, por más que no lo quieran “arriba” e insistan en tapar el sol con un dedo.