El domingo último en Correo demostramos dos cosas muy graves: la primera es que la banda terrorista Sendero Luminoso, a través de sus grupos de fachada, uno de ellos infiltrado peligrosamente en el ámbito de la educación pública, sigue muy activa y es capaz incluso de tener contacto con congresistas dentro de las oficinas del propio Poder Legislativo. Lo segundo es que algunas de las múltiples facciones de la izquierda siguen con una postura tibia ante este grupo criminal.

Me refiero al caso del congresista del Frente Amplio (FA) Édgar Ochoa, quien, según alertó la Policía Nacional, recibió en su despacho parlamentario a tres integrantes del Comité Nacional de Reconstrucción del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (Conare-Sutep), una facción del gremio de docentes ligada al Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), que pide públicamente la libertad del genocida Abimael Guzmán.

La situación es similar a la protagonizada en 2012 por el embajador humalista del Perú en Buenos Aires, Nicolás Lynch, hace poco aspirante a rector de San Marcos, quien recibió en su oficina a integrantes del Movadef. En su defensa, el curtido militante de izquierda salió con el argumento de que lo hizo porque la sede diplomática era “la casa de todos los peruanos”. En medio del escándalo, tuvo que dejar el cargo, no sin antes denunciar una “patraña” en su contra.

En lugar de quejarse de patrañas, de mostrar posturas tibias ante el terrorismo o de hacerse la que anda medio despistada, como es el caso del congresista Ochoa, nuestra izquierda debería ser mucho más firme y marcar distancia de bandas como Sendero y el MRTA. En el caso de dicho legislador, se sabe que ha sido titular de la Dirección Regional de Educación del Cusco -ahí donde el Conare se mueve como pez en el agua-, así que es difícil creer que no sabía a quién recibía.

Mal hace la izquierda en quejarse de “complots” al ser ligada con el terrorismo, pues sus militantes y dirigentes, incluyendo los del FA, se lo han ganado a pulso. ¿O ya no se acuerdan de que llevaron a defensores del MRTA en su lista de candidatos al Congreso, o que fueron a la presentación de un artículo de un emerretista, o que llamaron “presos políticos” a los emerretistas mientras se negaban a calificar de “héroes” a los comandos “Chavín de Huántar”? Ya pues.