Perú vuelve por segunda vez consecutiva a una semifinal de Copa América y el país entero se ilusiona con una hipotética final. Pero la emoción no debe nublar la razón. Hay que pisar tierra, y para ello es importante asumir ciertas claves con miras al partido de mañana. Chile cuenta con mejores jugadores. Por más que Cueva, Sánchez, Advíncula y Guerrero hayan llenado los ojos de cada peruano, los sureños nos aventajan en jerarquía. Vidal, Sánchez, Bravo, Medel y Pizarro son solo algunos de los nombres que podrían marcar la diferencia. Chile conserva a la mayoría del plantel que jugó el Mundial de Brasil, por lo que cuentan con buen tiempo de rodaje y el equipo se conoce a la perfección.

Por si fuera poco, los mapochos llegan a la semifinal en su mejor momento como conjunto; mostrando el mejor juego del torneo y con la inmensa ventaja de saberse locales, más aún ante Perú, un rival de todos los tiempos.

Quizá la única ventaja de Perú en esta semifinal sea lo poco que tiene la bicolor por perder. Una derrota, aunque abultada, no sería más que una nueva raya al tigre, y aunque la decepción correría por la sangre de cada hincha, no habría catástrofe que lamentar; Perú está en un proceso de formación y la afición entiende que lo más importante es llegar preparado a las Eliminatorias. Chile, en cambio, debe jugar no solo ante los de Gareca, sino también ante la presión de, por primera vez, ser campeones de una Copa América. De perder ante un rival supuestamente inferior como Perú, Chile se sumiría en una tragedia deportiva. Una herida honda, de esas que demoran varias décadas y revanchas para cicatrizar.

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