A 33 días de las elecciones no sabemos quiénes son los candidatos. Hace meses que vemos, sin entender mucho, cambios en un sentido y en otro y sin saber qué hacer ni por quién votar.

Todo está mal y si no fuera porque no creo que haya nadie tan preparado o maquiavélico en estas lides, diría incluso que ha habido en esto un plan concertado y una intención de desacreditar esta elección.

Empezamos por una ley electoral publicada tardíamente por impulso del Ejecutivo y que ni el Jurado sabía si se usaba o no para este proceso y si se hacía en todo o en parte. Luego tuvimos a candidatos congresales sentenciados que siguen en las listas de algunos partidos que nos ofrecieron contratar expertos para que no se les “colaran” indeseables en sus listas. Nos prometieron presentar autoridades “limpias de polvo y paja” para darles nuestro voto con tranquilidad. No lo han hecho.

Las listas congresales presentadas por los partidos han sufrido mutaciones, pues los propios partidos han desconocido a sus propios candidatos, sea porque sabían que eran malos o porque para abonar al desmadre electoral el Jurado ha cambiado los números en las listas electorales a algunos candidatos sin explicación. ¡Hoy algunos hacen campaña por un número cuando en el Jurado aparecen con otro!

A estas alturas tenemos dos candidatos que no sabemos si estarán en carrera mientras resolvemos más tachas contra otros.

Hemos trabajado mucho los últimos años para lograr una economía parecida a la de países avanzados. Pero en temas electorales estamos en cero y estos definen la vida de la Nación y, como vemos, son demasiado importantes y polarizantes.