No matarás
No matarás

Agazapado detrás de la pelotita mundialista, el presidente Humala ordenó promulgar ese manual de la muerte que algunos llaman "protocolo del aborto terapéutico", y que su ministra de Salud firmó risueña para el aplauso de la tribuna progresista. Si a la palabra del Presidente la ablandaron la ingenuidad o la cobardía, o si la ablandó algún dogma liberal que al infanticidio llama libertad, no lo sabemos. Lo que sí sabemos, y lo sabrá también la historia, es que fue durante su mandato que la "evacuación del contenido uterino" -traducción que la guía de matarifes hace del desmembramiento de los niños por nacer- fue ungida con el crisma de la claudicación.

Pero esa aberración jurídica que se ha incrustado en nuestras leyes no es solo una injusta sentencia de muerte, sino también una aplanadora de derechos. Un sabotaje a las conciencias. Y es que no pasará mucho tiempo antes de que a un médico se le exija, incluso contra su conciencia, conceder a una madre atribulada sus deseos abortistas. Allí donde él querrá velar por ambos pacientes, con el trágico riesgo de que el niño muera sin él quererlo, se le exigirá exterminarlo a sangre fría.

Afortunadamente, las imposiciones ideológicas necesitan de la pusilanimidad y la corrección política para inocular su veneno, y tienen en las conciencias de los hombres de bien un obstáculo infranqueable. Un obstáculo que espero encuentren en muchos médicos valientes, y en aquellos peruanos que con sus aportaciones financiarán este holocausto.

Peruano, que no te obliguen a matar.

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