El último viernes, el país fue testigo de cómo un hombre decente defendió con valentía y firmeza su buen nombre y la institución a la que representa. Alfredo Thorne acudió al Congreso para responder cara a cara a quienes lo cuestionaban y exigían su renuncia sin siquiera haberlo escuchado.

Un audio grabado de manera maliciosa origina esta crisis. La mayoría parlamentaria decidió concentrar sus esfuerzos en forzar la renuncia del ministro. Sin embargo, no hay interés en averiguar quién realizó la grabación -aunque a estas alturas ya es bastante obvio- o en impulsar el procedimiento para remover al Contralor por los serios cuestionamientos en su contra.

Alfredo Thorne era el primer interesado en aclarar el tema, y por ello pidió ir al Congreso. El viernes, luego de idas y venidas que parecían orientadas a forzar su renuncia, finalmente lo escuchamos y su posición quedó bastante clara. Pese a ello, hay quienes siguen pidiendo el “paso al costado” y, para justificarse, señalan que es por un tema “político”.

¿Un tema político? La palabra “político” como justificación parece que solo sirviese para exonerar la necesidad de brindar argumentos coherentes y basados en la legalidad. Por estas razones es que mucha gente odia la política, pues es vista como un espacio donde no existen reglas ni principios claros, y todo es justificable.

Esa no es la política que quieren la mayoría de peruanos, y menos los jóvenes. Y esa no es la política que llevó a un profesional de prestigio a aceptar dirigir el MEF. No aceptemos estas maliciosas reglas de juego. Ayúdenos a cambiar la política, no renuncie, señor ministro.