Cada cierto tiempo se escucha decir: “En julio llegan los circos” y eso es porque estas compañías de diversión en el mes patrio, en años pasados, llegaban al país para entretener a la población. Puede que ese circo se adelante para el jueves 16, cuando el ministro de Transportes y Comunicaciones, Martín Vizcarra, acuda al Congreso para responder al pliego interpelatorio de 82 preguntas, en su mayoría referidas al tema del contrato de la construcción del aeropuerto de Chinchero, en Cusco.

La interpelación, respaldada por 88 legisladores, es una oportunidad para que los actores del Congreso y Ejecutivo demuestren que, ante cualquier interés personal o político, puede existir un debate alturado y sin escenas que denigren cada vez más la popularidad de ambos poderes del Estado.

De parte de Vizcarra queda el desafío de explicar que detrás del acuerdo suscrito con los contratistas para hacer el aeropuerto no existe entripados o posibles favorecimientos que afecten los intereses de los peruanos, quienes al final con sus impuestos financiarán su ejecución. Vivimos momentos de estupor por cada caso de corrupción que se conoce, y en este existe una sombra gris que se ha posado sobre este proyecto.

De parte del Parlamento, que está en todo su derecho de interpelar, es momento para que los integrantes de las diferentes bancadas dejen de lado apasionamientos para buscar respuestas claras en cada interrogante, sin llegar a insultos y agresiones, como pasó en anteriores ocasiones. Por eso, es oportuna la exhortación del ministro del Interior, Carlos Basombrío, para que la interpelación sea sin insultos. Es hora de respuestas y no ofensas.

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