Sin duda el año 2014 será recordado por los casos de corrupción que salieron a la luz, la mayoría de las veces gracias a la prensa, que alcanzaron no solo a gobiernos regionales y municipales, sino también a la supuestamente “inmaculada” administración humalista, que ha sido escandalosamente sacudida por el nexo existente entre la pareja Ollanta Humala-Nadine Heredia y Martín Belaunde Lossio, el hombre fuerte de “La Centralita”.

Cuando el olor de la corrupción comenzó a llegar a Lima desde Áncash, Tumbes, Pasco, Cajamarca y otras zonas del país, los voceros de este gobierno trataron de anotarse unos puntitos afirmando que solo en este régimen se habían dado pasos certeros para acabar con las mafias que operaban en esas administraciones, y que incluso habían mandado a la cárcel a personajes como César Álvarez, Gregorio Santos y Klever Meléndez.

Irónico que el régimen que supuestamente, a diferencia de otros, sí combatía la lacra de la corrupción, ahora esté metido en el fango a tal extremo que el sábado último hayamos tenido que ver al propio presidente Humala cuestionando con gruesos calificativos los esfuerzos que se hacen por investigar tanto el caso Belaunde Lossio como otro escándalo que hará pasar a la historia a los nacionalistas: el ilegal resguardo policial a la casa de Óscar López Meneses y de su padre.

¿Tan asustado está el presidente Humala como para dejar de lado las formas, quitarse la careta y lanzarse a vociferar contra quienes bien o mal luchan contra la corrupción? ¿Quiénes asesoran al jefe de Estado como para dejarlo que se lance así? Con el papelón del sábado, el Mandatario no hace más que reforzar la percepción ciudadana de que la actual administración está tremendamente involucrada en los dos casos ya mencionados. Nuevamente el gobernante se disparó a los pies.

Con el respaldo del presidente Humala al ministro de Justicia y Derechos Humanos, Daniel Figallo, y con las desafortunadas expresiones del sábado, queda claro que, al menos hasta julio del 2016, poco o nada se podrá hacer para saber qué pasó en ambos casos que ponen en jaque al humalismo, pues no existe la voluntad de ir hacia adelante. El Gobierno se ha fajado descaradamente para que nada salga a la luz, y solo queda esperar a que deje el poder.