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La revelación de los nombres que conformarán el gabinete de PPK reafirma la previsible orientación de este gobierno, y muestra algunas características importantes de destacar. La primera de ellas, y por cierto muy mencionada, es el carácter tecnocrático de los designados. Esto debería darnos la tranquilidad de que las decisiones del Ejecutivo buscarán consolidar un mejor país a largo plazo. La segunda es la limpia trayectoria de sus miembros; la corrupción instaurada en los últimos gobiernos ha derivado los recursos del Estado para el beneficio de algunos políticos y no para atender las necesidades de la población. La tercera característica de este gabinete es la disposición de servir al país. Para una persona con capacidad, que se desarrolla de manera exitosa y transparente en el ámbito privado, trabajar para el Estado supone sacrificios económicos y personales. Estos solo se justifican si la motivación que lleva a tomar el cargo público es realmente servir al país. La cuarta característica es que el grupo seleccionado tiene una clara orientación a la acción, lo que ayudará a despertar al Estado, que ha permanecido adormecido durante el último quinquenio. La quinta característica (para muchos preocupación) es la poca experiencia política de los ministros elegidos. Esta aparente debilidad es algo que el Gobierno puede convertir en fortaleza. Si algo han expresado con claridad los electores en los últimos comicios, es que están cansados de políticos tradicionales. Las personas buscan elegir autoridades con sensibilidad social, que tengan una real preocupación por los problemas de la población y que actúen de manera rápida y enérgica para resolverlos. Si sumamos a este grupo la inminente designación de Luz Salgado como presidenta del Congreso (lo que muestra una oposición firme pero dialogante por parte del fujimorismo), este nuevo gabinete y el Congreso parecen estar con la disposición y capacidad de hacer las cosas bien.

Parece entonces que los astros se alinean. Sin embargo, no es suficiente hacer bien las cosas; el Gobierno debe ser capaz de comunicarlo, de explicar a la población las acciones y los logros que se van consiguiendo para que los peruanos estén al tanto, los vean y los puedan sentir. Una tecnocracia que actúe, dialogue y comunique de manera eficaz logrará -además de los resultados- la aprobación que legitimará al Gobierno y a la continuidad de estas políticas (más allá de los cinco años). Desde mi punto de vista, el mayor riesgo de un gobierno tecnócrata y poco político es que puede alejarse del sentir del ciudadano de a pie. Un gobierno de números y ratios, a pesar de sus buenos resultados, puede ser muy impopular y corre el riesgo de ser inmovilizado por conflictos sociales.