La crisis desatada en Iquitos, responsabilidad directa de la desidia e incapacidad del Gobierno, ha mostrado un proceso de desmoronamiento del nacionalismo como organización política y determina para los meses siguientes un turbio panorama de inestabilidad, demagogia y vocinglería electorera.

El Gobierno abandonó el piloto automático y hoy, que se viene a pique, se ocupa de cualquier cosa menos de evitar la caída irremediable. En el sálvense quien pueda, algunos estertores de querer hacer algo llevaron al ministro Cateriano a explicar las razones por las cuales se optó por no aceptar que Petroperú se embarcase en explotar el Lote 192. Mientras parte de su bancada lo saboteaba y lo que le quedaba de ella era de tan pobre nivel que sus palabras eran desoídas urbi et orbi, la oposición no sabía si empujar las cosas para que terminen cayéndose o esforzarse en no dejar de ver los intereses nacionales de cara a los próximos años y no de las próximas elecciones.

Así, fue pertinente no impulsar el demagógico proyecto del sector seudoizquierdista que pretendía imponer una tarea para Petroperú sin aparejo presupuestal correspondiente, pero se pensó que con una moción de orden del día se salvaba el pellejo al engañar a los vocingleros sobre la entrega a Petroperú del famoso lote petrolero.

Todos votaron a favor, pero no alcanzaron los votos, y los presentes en la sala, supérstites de la izquierda retrógrada, igual les gritaron “traidores” especialmente a los fujimoristas, que pusieron casi todos los votos. ¿Cómo se explica entonces que la señora Fujimori de Villanella, cuyo gobierno privatizó en trozos Petroperú, que se vanagloria de haber traído inversión extranjera y que puso candados antiestatistas en su documento denominado “constitución” en 1993, hoy nos venga con que Petroperú debe manejar el lote? Una respuesta: falta de liderazgo, de carácter y simple cálculo electoral de creer que va a perder votos en Loreto.