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Existe una frase muy común que afirma que Perú y México son muy parecidos y es verdad. Qué duda cabe. Entre otras cosas, acá como allá tenemos políticos y gobernantes de pasado dudoso que, sin saber cómo, llegan a trascender y a ser parte de la vida de los habitantes de nuestros países. Un caso es el de Enrique Peña Nieto, el actual mandatario mexicano, quien ha tenido una patinada histórica al recibir y tratar como jefe de Estado al impresentable de Donald Trump.

Peña Nieto es uno de esos políticos de poco relieve, que llegó al poder por esas cosas que solo pasan en México… y en el Perú. Cómo olvidar cuando en plena campaña electoral no pudo ni siquiera recordar un libro que haya leído. O cómo dejar de lado el destape de los últimos días, en que se comprobó que el hombre plagió la tesis con la que obtuvo su título de abogado. Sí, el mandatario mexicano es un profesional “bamba”, pero la universidad dice que no lo puede sancionar.

Ya cuando estaba en el poder, se hizo público que la esposa del mandatario mexicano, la exactriz de telenovelas Angélica Rivera, había adquirido por siete millones de dólares una mansión en la exclusiva zona de Lomas de Chapultepec, hoy conocida como “La casa blanca”. La novedad es que la propiedad fue comprada al Grupo Higa, el contratista favorito del hoy mandatario desde sus tiempos de gobernador del Estado de México.

Pero la última de Peña Nieto ha sido de antología. No se le ocurrió nada mejor que recibir en su residencia oficial de Los Pinos al candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, quien desde que empezó su campaña no ha hecho más que denigrar a los mexicanos tildándolos de violadores y criminales, entre otras cosas peores. El sujeto este incluso ha jurado y rejurado que si gana hará un muro a lo largo de la frontera, el cual lo pagarán los mexicanos.

Sí, este personaje que aspira a la Casa Blanca fue atendido por un mandatario para el olvido como Peña Nieto, quien se dejó humillar y utilizar con fines electoreros. ¿No se dio cuenta de la jugada de Trump? ¿No se puso en los zapatos de sus compatriotas vilipendiados? ¿No tiene asesores? En fin, hay muchas interrogantes, tantas como las que nos hacemos acá en el Perú al ver a la clase de políticos que ayudamos a despegar y, en algunos casos, a llegar al poder.

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