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El devastador terremoto ocurrido hace más de una semana en Ecuador ha servido, en medio del drama que conmueve al mundo entero, para darle un ejemplo al mundo sobre al grado de amistad, integración y solidaridad existente entre dicho país y el nuestro, a escasos 19 años en que un conflicto armado nos dividió en el marco de una disputa territorial que llegó a su fin gracias a la voluntad de sus gobiernos y sus pueblos.

Nuestro país no solo ha enviado médicos, bomberos y rescatistas al vecino país del norte. También ha movilizado aviones de carga de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), mientras que ayer zarpó del Callao el BAP “Tacna”, el buque más grande y mejor equipado con que cuenta la Marina de Guerra del Perú, para llevar ayuda y atender las necesidades de los miles de damnificados, que en muchos casos no cuentan ni con agua potable.

Incluso las aeronaves de la FAP y sus tripulaciones, esas que hace 19 años tuvieron que ir a combatir a la frontera, fueron puestas a disposición de las autoridades ecuatorianas para trasladar material de ayuda y personas que necesitaban desplazarse a otras ciudades del vecino país. Todo un ejemplo de cómo una larga etapa de conflicto entre dos países puede superarse en pocos años.

Perú y Ecuador, en medio de la tragedia, han dado una muestra más de que las heridas de un conflicto pueden ser superadas. No olvidemos que en los últimos años ambos gobiernos han venido trabajando decididamente por la integración; y que Quito tuvo un importante rol en el diferendo limítrofe entre Lima y Santiago al aclarar algunos puntos del tema fronterizo que el gobierno del país del sur parecía no comprender en su integridad.