Así como hay que saludar que la justicia venga aplicando con total firmeza la dura ley que manda directo y sin escalas a la cárcel a quienes agredan física y verbalmente a los efectivos de la Policía Nacional del Perú, también es bueno exigir las más drásticas sanciones para los delincuentes que lamentablemente están enquistados en la mencionada institución, pues este tipo de conductas, entre otras cosas, es uno de los peores lastres en la lucha contra la inseguridad que nos agobia.

Indignante ha resultado el caso denunciado por el médico de Sporting Cristal, Luis Cotillo Herrera, quien asegura que el último fin de semana fue agredido, secuestrado y despojado de dinero por agentes del Escuadrón de Emergencias que lo intervinieron en la puerta de la casa de su madre, en el Cercado de Lima. Los presuntos delincuentes de uniforme ya fueron reconocidos por el agraviado dentro de la propia unidad policial y han sido detenidos.

Conductas como estas merecen una sanción que sirva de ejemplo para el resto de agentes que puedan sentir la tentación de cruzar la línea y pasarse al lado del hampa que deberían combatir. Si la pena es dura para los civiles que agreden a los uniformados, lo cual está muy bien, a los malos agentes también les debe de caer con todo cuando traicionan su labor, pues los bajos sueldos que puedan recibir los custodios no son pretexto para convertirse en rateros y secuestradores.

De hecho, el próximo gobierno tendrá que hacer una labor a fondo en la Policía Nacional para limpiarla de los malos elementos. Sin embargo, este trabajo debe ser serio y muy responsable. No nos vayan a venir con una “reingeniería” como la que hizo el presidente Ollanta Humala al inicio de su mandato, la cual de poco o nada ha servido para frenar la corrupción, que a su vez impide una eficiente lucha contra la delincuencia callejera.

La limpieza de la Policía Nacional es un gran reto para la administración que tome el poder en julio próximo. No podrá haber seguridad en las calles si los propios agentes son unos tremendos hampones como los denunciados por el ciudadano Cotillo Herrera, a los que bueno sería ver en una ceremonia pública de degradación y expulsión de su institución, en caso la justicia compruebe que son culpables de los graves cargos por los que permanecen detenidos.