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PPK debe ir hoy mismo donde Keiko y firmar la paz con el fujimorismo. Pedirse ambos disculpas públicas por los insultos y los ataques de la campaña; proyectando una agenda mutua y dialogada por los próximos cinco años. Salir los dos, de la mano, en la foto. Ha ganado el país y punto. A mirar para adelante se ha dicho.

Los fujimoristas no deben pensar, como Spadaro, que el Congreso “es suyo”; porque se trata de una institución que le pertenece a los peruanos. Es cierto que tendrán el control absoluto, pero lo que hagan en adelante pasará factura, en rojo o en azul, a Keiko. Ser los obstruccionistas y creerse los dueños de la pelota, tendrá repercusión directa en las aspiraciones de ser gobierno, como parece, el 2021.

PPK debe, también, convocar a parte de la izquierda que trae consigo políticas sociales trascendentales para el país. PPK debe hacer suya esa agenda. No habrá consensos en lo económico, pero debe hilar fino ante las pretensiones del Frente Amplio por capitalizar los yerros de su gobierno y del espectro de la derecha, para ser la opción del bicentenario. PPK y Keiko deben ser conscientes que tienen más coincidencias que diferencias. Así, el éxito de PPK será el éxito de Keiko a futuro.

PPK tiene el reto de liderar un quinquenio de profundas reconciliaciones, con autoridad y consensos. Keiko debe pasar la página y controlar cierta resaca electoral en sus huestes. Es la hora de un gobierno de derecha liberal con rostro popular. O sea, lo que PPK y Keiko han representado en la campaña. La izquierda debe sumarse a ese reto. Despierten, chicos, la segunda vuelta acabó.