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Resulta que las autoridades que cohabitan en la Plaza Mayor o Plaza de Armas de Lima empiezan a perder, peligrosamente, puntos de simpatía ciudadana luego de haber estado en la cima con porcentajes de aprobación que bordeaban o estaban sobre el 70%.

Nos referimos, desde luego, al presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, que ya lleva tres meses instalado en Palacio de Gobierno, y a Luis Castañeda Lossio, alcalde de la comuna capitalina, reelecto desde enero de 2015 y líder del partido Solidaridad Nacional (SN).

Para ser precisos, según los últimos sondeos, el Mandatario anda cerca ya del 50% y el burgomaestre cayó a 60%. Y esto tiene una sola explicación: los errores y falta de transparencia, en ese orden, les está pasando la factura.

PPK empezó fulgurante y con cierta dosis de humor, que no desentonaba en el gusto general, pero conforme han pasado los días, la fórmula se ha ido desgastando y ahora lo tenemos cercado por el escándalo -sobre todo el que involucra a su exasesor en temas de salud Carlos Moreno, el del “negociazo”-, el reclamo por la parsimonia para la implementación de medidas contra la inseguridad ciudadana, y con los fujimoristas prestos para el zarpazo.

En cuanto a Castañeda Lossio, el incendio y la desgracia que viven alrededor de 500 familias shipibas en Cantagallo han estallado directamente en él porque corren las sospechas fundadas de que nunca quiso trasladarlas y, por el contrario, trastocó sus ilusiones de acceder a una mejor calidad de vida como parte del proyecto Río Verde, que canceló por cuestiones non sanctas.