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El lunes último, a las 8 y 46 de la mañana, el presidente Pedro Pablo Kuczynski recibió una carta con carácter de muy urgente. La firmó el exdiputado venezolano Óscar Pérez, asilado en el Perú desde hace siete años. Le pide a PPK que impulse una reunión extraordinaria de cancilleres de la OEA para discutir la suspensión del referendo a Nicolás Maduro; un atropello a la Constitución que impulsó el propio Chávez, y que lo ha convertido formalmente en un dictador.

La misiva de Pérez, quien integra la MUD, expone con crudeza lo que vive y aspira Venezuela:

“Apreciado Presidente; solicitamos lidere la convocatoria de un grupo de países amigos de Venezuela que allanen el camino a una transición pacífica a la democracia y la reconciliación nacional. Venezuela hoy reposa sobre un enorme barril de pólvora que nos obliga a actuar con responsabilidad a fin de evitar que este pueda estallar, generando males peores para nuestro sufrido pueblo que se está muriendo de hambre, al borde de una pandemia; enfrentando un verdadero conflicto armado provocado por los incontrolables niveles de inseguridad ciudadana, que se suma al grave malestar político interno causado por desconocer el derecho de los ciudadanos a dirimir sus diferencias a través de la consulta popular”.

La carta fue escrita antes de la multitudinaria protesta del miércoles, que dejó un policía muerto, 120 heridos y 147 detenidos por la dictadura. Ayer PPK se ha comprado el pedido completo de Pérez y lo está llevando hoy a Cartagena. ¿Qué más tiene que pasar en Venezuela para que la comunidad internacional se levante contra Maduro?