La advertencia de Julio César Castiglioni, el especialista en temas electorales, es pertinente: cuidado con la dualidad de funciones que cumple Nadine Heredia porque ahora, ya enfrascada en la campaña electoral 2016 del Partido Nacionalista -que el mismo Ollanta Humala dio por inaugurada- el camino hacia el proselitismo político es fácil dada su compulsiva costumbre de aparecer en actos oficiales propios del Poder Ejecutivo. El proselitismo, vale recordarlo, es el conjunto de actividades que una organización o una persona lleva adelante con el objetivo de ganar adeptos para su causa.
Y es que la Primera Dama, llame como se llame, pierde la prerrogativa de acompañar al jefe del Estado en inauguraciones, puesta de primeras piedras, presentación de obras, difusión de programas sociales, etcétera, cuando a la par es presidenta de una agrupación en carrera a las elecciones y posible candidata de la misma porque de por medio está el uso de recursos públicos, el dinero de todos los peruanos.
Eso está pasando en este momento con Heredia Alarcón, como vimos hace cuatro días en una actividad en Ate-Vitarte, cuando el presidente Humala aterrizó en medio de una colorida y bulliciosa portátil para inaugurar escaleras y muros de contención y ella, a toda sonrisa, levantaba los brazos cosechando aplausos.
Aquí, como el mismo Castiglioni sugiere, debe empezar a sentar presencia el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para poner en su sitio a los eventuales postulantes pese a que todavía no hay una convocatoria oficial a los comicios del próximo año. Suponemos, además, que ítems como este serán contemplados en la famosa reforma electoral que el Congreso de la República pondrá en agenda al retomar sus actividades tras el respectivo receso.