Primero lo primero
Primero lo primero

Ahora que el proyecto de reforma constitucional para crear la bicameralidad está en debate, bien valdría poner los pies sobre la tierra. Primero con el hecho de que es casi imposible que este Congreso logre la mayoría calificada para dicho propósito (tanto, que es muy probable que culmine la legislatura sin siquiera haber logrado las designaciones para el TC y la Defensoría del Pueblo, aunque en el caso del BCR todo indicaría que ya hay humo blanco).

Pero el segundo llamado al realismo es que, si bien es deseable contar con una cámara revisora y más sensata en la aprobación de todo tipo de iniciativas, nada asegura que los mismos males producto de la pésima calidad de la representación parlamentaria no se repitan en una nueva entidad, aunque más pequeña.

Ergo, lo primero que deberían hacer los partidos y agrupaciones es aceptar que los males de origen están en otro lado. O sea, en ellos mismos y en el sistema que los cobija. Claro, reconozco que es ingenuo, como varias veces se ha mencionado aquí mismo, esperar una autorreforma que en buena cuenta quita poder o lo limita. Pero lo primero es lo primero.

Y lo primero es (o debería serlo) hacer el voto libre, eliminar el voto preferencial, pero al mismo tiempo, abordar el tema del financiamiento de los partidos regulando los procesos democráticos internos con participación obligatoria de la ONPE. Asimismo, modificar el sistema de elección creando distritos uninominales que provoquen mayor control ciudadano y rendición de cuentas.

Señores políticos: ataquen la raíz del problema, no lo maquillen.