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Basta con que una pieza del sistema de justicia no engrane bien para que la rueda no gire. Por eso es que en Lima acaban de liberar a una banda completa, denominada “Rápidos y furiosos”. Entonces, el Ministerio Público, la Policía Nacional y el Poder Judicial no caminan bien, y cuando lo hacen, apenas cojean.

La cuestión es que los tres entes públicos encargados de imponer la ley se pelotean para conocer a quien dio origen a la liberación de un grupo delincuencial. Por su parte, la mayoría de ciudadanos desconoce el funcionamiento del sistema de justicia, ni sabe cuáles son las funciones específicas del fiscal, el juez y el policía.

Por eso, creo que como ciudadanos debemos aprender bien cómo se imparte la justicia en el país, el proceso para obtener la misma y quiénes son los actores de este derecho. De esta manera nos empoderamos y sabemos a dónde apuntamos cuando se comete una injusticia, en vez de vilipendiar a cualquiera.

Aunque suene irónico, los representantes del Ministerio Público, la Policía Nacional y el Poder Judicial han dado en el clavo detallando cómo es que no se debe proceder frente a un delito. Ni un policía debe actuar sin un fiscal (en el peor de los casos, llamarlo cuando haya una detención repentina), ni este debe incumplir con la ley al no respetar los plazos para proceder tras una captura.

De igual manera, el juez tampoco debe comportarse como un robot a la hora de hacer cumplir el proceso. Como me dijo un amigo abogado, “los magistrados no solo leemos nuestro código, sino que le damos la debida interpretación, analizamos el contexto, entendemos qué es lo mejor para lograr la justicia”.

Aquí, por ejemplo, por respetar el plazo de 24 horas post detención, el derecho de los intervenidos y evitar alguna acusación de la parte demandada, el juez puso en peligro a los ciudadanos al liberar a los delincuentes. Irónico, ¿verdad? Como me dijo el mismo abogado, el debido proceso a veces juega contra los inocentes.

Eso sí, está claro que este sistema de justicia nunca va a funcionar de forma correcta si las personas no son las idóneas. De nada servirá tanta ley si quien la aplica no tiene criterio, como en esta liberación de hampones.