Aquí destacamos los pasos iniciales de Luz Salgado como cabeza de la Mesa Directiva del Congreso y más cuando, junto a toda su bancada, ajustó a los ppkausas para que explicaran, sin tapujos, en qué situación dejó Ollanta Humala el país.

Esto, sumado al voto de confianza al gabinete y el posterior otorgamiento de facultades extraordinarias, hizo que muchos albergaran la esperanza de que, efectivamente, el fujimorismo pretendía matar algunas taras históricas y que, contra todo pronóstico, era factible una convivencia fructífera entre el Legislativo, de oposición, y el Ejecutivo, disminuido en cuanto a voceros de fuste.

Pero resulta que Luz Salgado se convirtió rápidamente en un espejismo y ahora la vemos peleada con ella misma, con la tranquilidad que exhibía en los primeros meses y con las encuestas.

Si en setiembre reía con 44% de aprobación, según Ipsos, hoy, tras la censura a Saavedra, la compra de computadoras sin licitación y las famosas canastas navideñas para los pobres padres de la patria, anda por 36% de aceptación.

Estamos, pues, ante una clara descompensación de simpatía popular que también recoge el desaire al Mandatario cuando la invitó a dialogar en Palacio sobre corrupción y el poco ánimo que denota para llamar a la cordura a Becerril y otros lanzafuegos de Fuerza Popular.

“Si me demuestran que algún empleado se ha enriquecido, yo lo saco y renuncio, yo no me aferro a ningún cargo o sillón”, prometió tras conocerse el caso de las computadoras sobrevaloradas. ¡Oh sorpresa!, no ha sido así. José Cevasco oficialmente ha puesto la cara al mayor de los fiascos y el que pagó los platos rotos ha sido el jefe de Logística.

La gota que rebalsó el vaso fue la ostentación que hacen de su manejo a regalada gana del Parlamento y que Correo puso al descubierto mediante una cobertura totalmente lícita. Del tractor pasamos al “Mototaxi” y uno ya no sabe cuál es más peligroso.