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Con la denuncia penal ratificada ayer contra la periodista Rosana Cueva y un equipo de Panorama por un delito contra la seguridad del país, el gobierno de Ollanta Humala y Nadine Heredia se va por la puerta falsa en lo que se refiere al respeto a la libertad de expresión, algo que además deja al Perú por las patas de los caballos, pues el acoso judicial contra los comunicadores ya es una noticia fuera del Perú.

Recordemos que si bien el récord del humalismo no ha sido nada malo en esta materia si lo comparamos con dictaduras impresentables como la de Venezuela o con lo que pasa en Ecuador por obra y gracia del presidente Rafael Correa, en estos cinco años se han dado casos que han evidenciado un intento palaciego, aunque sin mayor éxito por controlar a los periodistas incómodos. Ahí está el caso de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) denunciado por Correo.

Tiempo después, con la salida a la luz de las famosas cuatro agendas de Nadine Heredia, el humalismo, con su entonces aliado Daniel Abugattás, la emprendió en el Congreso también contra Rosana Cueva y su programa. Indignante verlo poner en duda la credibilidad del reportaje, pues hoy sabemos que todo lo ahí anotado, incluyendo varios millones de dólares, era verdad.

Hoy estamos ante un Ministerio de Defensa y un ministro para el olvido, más aún tras la cantinflesca conferencia de prensa, que denuncia penalmente a los periodistas y luego dice que apoya y aplaude la labor de la prensa (¿?). Ojalá que en el Congreso el titular del sector, Jakke Valakivi, sí aclare este asunto que el miércoles motivó una queja de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Si no es así, que el Congreso lo censure.

Para el Perú es una gran cosa que el gobierno del presidente Humala llegue a su fin, para dar pie a una nueva administración que se preocupe más en combatir la corrupción que en querellar por absurdos a los periodistas que hacen públicas las presuntas malas artes. El humalismo pudo haberse ido con un 14 de nota en materia de libertad de expresión, pero con este despropósito que lleva la firma del ministro Valakivi, se va con una vergonzosa nota desaprobatoria. ¡Qué papelón!