Luego del mensaje por Twitter de Alan García, mi memoria trajo a velocidad el recuerdo de los petroaudios y sus colaboradores que ocasionaron la caída del Consejo de Ministros de Jorge del Castillo. “¡Ratas!”, dijo el entonces presidente a León y Químper. Hoy son otros roedores, pero de la misma alcantarilla: El Apra.

Por más que el propio Alan García se haya adelantado a deslindar cualquier responsabilidad sobre la coima de Odebrecht a los funcionarios de su segundo gobierno, es difícil que la población crea que unos trabajadores de confianza de menor rango se hayan llevado toda la torta de un soborno. ¿Ni una tajadita para alguien más?

¡Oiga! -como dicen los apristas emulando a Haya de la Torre-, no hay que razonar mucho para asociar la coima con gente de poder, la que toma decisiones, la misma que indica quién o quiénes ganan una millonaria y cuestionada licitación. “La pita se rompe por el lado más débil”, selló Edwin Luyo, el primer peruano con prisión preventiva por las coimas brasileñas. Más claro, ni el agua.

Está claro que casi siempre la pita se rompe por el lado más débil, sobre todo por donde están quienes se prestan como operadores o intermediarios y arriendan su cara y sus cuentas para recibir algún soborno. Luyo debe ser el rostro visible del coimeado, pero es bien tranca pensar que junto a Jorge Cuba, exviceministro de Enrique Cornejo, sean más avispados que las reinas del panal.

Nuevamente, el partido aprista se ve envuelto es un escándalo de corrupción. Pero, esta vez, a diferencia de la bomba de los petroaudios -cuando solo hubo heridos pero no muertos-, Luyo, Cuba y otros roedores de menor envergadura del segundo gobierno aprista deben ahora sí decir quién se llevó la mayor parte del queso.

PD: No me sabe bien que el Ministerio Público haya hecho un operativo para capturar solo a dos personas (encima solo cayó uno). Tampoco creo que sean quienes más plata recibieron. Extraño.