GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

En noventa minutos, Universitario de Deportes se sacudió la posibilidad de visitar a Melgar en Arequipa con la tranquilidad de quien tiene un pie y la mitad del otro dentro de la final. Presa de la negligencia en ataque, el equipo que dirige Roberto Chale careció de argumentos para sentenciar un partido que en el primer tiempo se le presentó como un sueño. Como se sabe, los sueños suelen ser interrumpidos en el preciso instante en el que tomamos conciencia de lo bien que la estamos pasando y para la “U” no fue la excepción.

Abrumado por la inoperancia inicial de un Melgar irreconocible, el equipo crema se vio fuera de lugar con un dominio que no tenía presupuestado y, por lo mismo, luego de adelantarse en el marcador, jamás tuvo la capacidad para sentenciar un partido inédito. Melgar tuvo más de 45 minutos para reaccionar y Reynoso hizo alarde de la serenidad del vigente campeón para trastocar la escena a su favor.

Ahora, el partido que se empezó a librar desde que los noventa se cumplieron en el Nacional es una de esas reivindicaciones magistrales que hacen de un torneo mediocre algo que vale la pena. Tenemos todos los ingredientes que hacen del fútbol un espectáculo sin par. De un lado, el técnico poseedor de la ventaja, que va forjando su carrera, silencioso, astuto y eficaz. Juan Reynoso es un prospecto que se distingue del resto en la fauna nacional; sin embargo, su hermetismo exacerbado lo ha llevado a protagonizar una relación tirante con la prensa, parece no guardar ningún afecto por dicha labor y ha encontrado en la mala relación con los medios un arma que le surte efecto en la cancha, en el día a día. En la vereda de enfrente está el último bastión de la vieja guardia de entrenadores peruanos, esa que el nuevo sistema se esfuerza por erradicar de manera definitiva. Chale es el viejo zorro que deambula en un terreno que se esfuerza por expulsarlo, pero, a la vez, lo añora. Se burla del destino, es el tipo que pasó más de diez años sin dirigir y volvió para salvar de una catástrofe al equipo más grande del país y ponerlo a pelear por el título. Chale utiliza a los periodistas como fichas de ajedrez, los endulza, les llena las páginas. Y aunque en su fuero interno tenga dudas o temores, al mundo siempre le ofrece una sonrisa o una mirada desafiante, ambas cargadas de una dosis de sinceridad que abruma.

Y es así que hoy se enfrentan en Arequipa las dos versiones del fútbol, el equipo correcto, de físico impecable, con un técnico sesudo y estudioso que cuenta con la ventaja de la localía y el resultado inicial, además de apoyarse en su estatus de último campeón nacional; frente a uno que cuenta con una de las defensas más discretas del torneo y que deberá apelar a la reputación más que a los argumentos para terminar imponiéndose, todo bajo la mirada del DT que lee los partidos con la audacia de la calle. Se enfrentan lo correcto y lo impensado, la realidad y la leyenda.