A raíz de la necesidad de compensar el desarrollo de las clases escolares perdidas con motivo de la huelga magisterial, se ha dicho y dice desde el Minedu, las direcciones regionales de Educación y las UGEL, así como desde otros ámbitos, que estas sesiones de aprendizaje se deberían desarrollar adicionando horas de clases incluso hasta el 31 de enero de 2018, teniendo dos horas más al día, mediante programas virtuales, realizando tareas y trabajos para la tarde, asistiendo los sábados, y considerando los domingos especialmente para los jóvenes que terminan quinto de secundaria; para lo cual es necesario diseñar, ejecutar y supervisar planes de recuperación regionales e institucionales.

Me parece bien que se haya acogido la propuesta de alargar el año lectivo hasta enero, de acuerdo con cada realidad educativa, para cubrir los días y horas perdidas sobre todo en aquellos colegios en los que, además de haber tenido a los maestros ausentes por la paralización, se tuvo que tardar o interrumpir el inicio debido al fenómeno El Niño costero.

Sin embargo, tengo reparos técnico-pedagógicos a las otras alternativas, especialmente a la de los domingos, porque el apresuramiento y la acumulación de lecciones y contenidos no generan aprendizajes significativos y útiles. Y es que para que se construyan y logren capacidades, conocimientos y valores-actitudes, las personas requieren “tiempos suficientes” para adquirirlos, procesarlos internamente, aplicarlos y retroalimentarlos a partir de una interconexión sostenida de los “saberes que se enseñan con los saberes previos para establecer cognitiva y emocionalmente aprendizajes nuevos”. Esperemos que prime el criterio educativo en todos los grados. Y, por supuesto, en la culminación de la vida escolar de los estudiantes de quinto de secundaria.