La Semana Santa es una fecha sumamente importante para nuestro país, si se toma en cuenta que la mayoría de peruanos somos devotos del catolicismo y que este ha estado presente desde la época colonial hasta nuestros días (incluso la Constitución Política la reconoce como una religión sobresaliente entre las demás).

Sin embargo, además de ser una fiesta católica, la Semana Santa debe ser tomada de manera abierta y general, especialmente por el dogma que Jesús de Nazaret implantó en el mundo, el que reside básicamente en el amor al prójimo. Así pues, en un país en el que reina la corrupción, la violencia, el maltrato a los niños, a las mujeres, a los ancianos y a los ciudadanos indefensos; en un país en donde la viveza criolla (véase los especuladores en plena desgracia en el norte) y el desprecio e indiferencia por la vida, con un largo etcétera, es lo cotidiano, la pasión y muerte de Jesucristo debe enseñarnos muchas cosas y reflexionar sobre nuestro actuar.

En tal sentido, considero de relevante importancia que los peruanos, desde una perspectiva social e independientemente de la religión que profesemos, aprendamos sobre la vida, pasión y muerte de Jesús de Nazaret y de cómo estos factores pueden mejorar nuestras propias vidas.

Pasar el feriado largo en familia y darse un descanso es absolutamente normal, pero no debe pasar desapercibido el porqué de estos días libres y las enseñanzas del llamado Hijo de Dios. Feliz Pascua.